jueves, 3 de junio de 2010

Caminata de Invierno

Hoy fue uno de los tantos días que paso entre la multitud de pensamientos, voces internas, imágenes mentales. Desde la mañana en mi propio mundo: mi habitación entre dos computadoras, el montón de hojas de prácticas de matemáticas que me mata, y esos dvds esparcidos tanto en la cama como en el escritorio, ahí me encuentro yo, pensando en cosas de mi pasado como siempre, ando inmerso en esa melancolía... e imaginando lo que sería de mi futuro, claro está, todo diseñado a los parámetros de mis deseos personales.
Decido entonces ir a la capital, para caminar simplemente por esa Avenida Central, me llama la atención que en la multitud veo tres generaciones: los niños, jóvenes y adultos. Aunque no lo quieran admitir, todos y cada uno en su propio mundo. Es toda una aventura ver los rostros de ellos, donde expresan desde lo obvio hasta lo misterioso. Niños despreocupados en esa avenida, jóvenes con sueños e ilusiones, adultos realizados o resignados con sus frutos del pasado.

Estilos de vida diferentes en una sola calle, tantos jóvenes con camisas negras, identificándose en "la nota metalera" unos más bien pasándose del ridículo con sus cruces invertidas, proclamando su aversión a la religión. Un grupo de jóvenes adolescentes "emo" con sus vestimentas particulares. Ambos grupos reunidos en la entrada de MacDonalds, que desde hace muchos años se ha convertido en el tradional punto de encuentro de subculturas. No ignoremos a los demás, trabajadores con sus trajes empresariales, con sus uniformes distintivos, incluso los mismos trabajadores callejeros con esos dvds "quemados" incluidos esas portadas que son fotocopias de calidad paupérrima al precio ridículo de 1000 colones cada uno.
Ni se puede dejar de lado una escena muy característica de esa Avenida Central: el personaje "Marito" con su guitarrita de juguete y su singular forma de cantar haciendo divertir a los transeúntes.

Empieza a llover, esa Avenida se torna vacía. Casi todos se van a sus propios destinos, otros se quedan enfrente de las ventanas de los locales comerciales, esa entrada de MacDonalds está más saturada. Mi destino es Plazavenida, y me quedo en el balcón con un buen plato de sushi (maguru picante), con un libro para tener mi habitual lectura, esta vez sobre las Runas, cuyo tema me interesa en la parte histórica, mas no la práctica. Hora y media como mínimo invierto en ese lugar, para disfrutar de la comida japonesa, leer un poco, ver ese panorama lluvioso y a la vez volver a los pensamientos.

Esa tarde lluviosa, va con mi peregrinaje hacia mi nostalgia de toda mi vida... si todos los días fueran grises y lluviosas...

1 comentario:

Unknown dijo...

Qué bonita descripción! Muy clara y con su profundidad de meditación. 👍👍👍

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